Este artículo fue publicado el 20 de agosto en Gente de la Safor (gentedelasafor.es), horas antes de que Fernando Simón abandonara el relato de que todo está bajo control y reconociera que “las cosas no van bien”.
Un ballo in maschera es una ópera de Guiseppe Verdi sobre el asesinato de Gustavo III de Suecia durante un baile de máscaras en 1792. Por problemas con la censura, Verdi tuvo que cambiar los nombres de los personajes y la ubicación de la obra. El juego de palabras es inevitable, Verdi les puso una máscara a los personajes de su baile, para ocultar la verdadera identidad de los protagonistas.
Las máscaras tapan todo el rostro de quien las lleva, mientras que las mascarillas -desgraciadamente de actualidad-, sólo ocultan una parte de él, pero nos protegen. El pasado domingo, una manifestación de insensatos jaleados por el inefable y amante bandido Miguel Bosé, se manifestó en Madrid contra el uso obligatorio de mascarillas. En medio de una crisis sanitaria sin precedentes, con más cien mil casos nuevos de COVID-19 en el último mes, sólo faltaba un movimiento negacionista…
Es una incógnita saber si Fernando Simón, el entrañable gurú oficial de la pandemia en España, hubiera apoyado a final de febrero este tipo de manifestación, cuando afirmó que no era necesario que la población utilizara mascarillas. En esas fechas la OMS, que también se columpia, tampoco recomendaba su uso generalizado, aunque en los países asiáticos ya era una práctica habitual de protección frente al virus. En cualquier caso, es importante saber que el uso de la mascarilla es una de las armas más poderosas para frenar la propagación del virus y, además, según un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de California, también puede reducir la gravedad de la enfermedad en caso de contraerla. https://link.springer.com/article/10.1007/s11606-020-06067-8
También estamos inmersos, desde principios de julio, en otro baile de máscaras que no tiene nada que ver con las mascarillas protectoras, sino con la máscara que oculta, disimula o difumina la realidad de la pandemia en España. Las autoridades que nos gobiernan han construido un relato sobre la situación epidémica, que se asemeja al ya mítico «España va bien» de Aznar. Es el relato de que «la nueva normalidad va bien»: la pandemia ya no es pandemia, sino rebrotes, los rebrotes están controlados y, aunque haya muchos, no son una segunda oleada… Si tenemos más casos cada día es porque se hacen muchos test, pero todo está bajo control y nada va a estropear el verano de la nueva normalidad. Nada debe perturbarla porque es nueva y es normal. El Rey de vacaciones, el presidente de vacaciones, la oposición de vacaciones, el Congreso de vacaciones y el Ministerio de Sanidad no da información los findes, porque son findes, porque es verano y porque estamos en la nueva normalidad.
Cuando el 21 de junio el país entró -todos a una- en la nueva normalidad, teníamos entre 200 y 400 nuevos casos diarios y el índice acumulado de siete días no llegaba a cuatro casos por cada 100.000 habitantes. Ahora, casi dos meses después, ya superamos los 5.000 casos nuevos diarios y el 18 de agosto, el índice de siete días alcanzó los 73 casos cada 100.000 habitantes. Es decir, durante la nueva normalidad se ha multiplicado por más de 16 veces la incidencia de la pandemia.
Sin embargo, hay que reconocer que el relato de la nueva normalidad se ha vendido muy bien y lo hemos comprado sin regatear. También lo han comprado los medios de comunicación e incluso la oposición. A nadie le gusta que le fastidien el verano y todos preferimos las buenas noticias a las malas. El coste de esa falsa y apócrifa nueva normalidad enmascarada, habrá que pagarlo después del verano y no se admiten demoras… Pero de momento, no parece que haya prisa por arrancar la máscara que encubre la dura realidad.
A 18 de agosto, sin máscara ni retórica, la realidad es que ocho comunidades autónomas están con índices superiores a lo que la autoridad sanitaria de la Unión Europea (ECDC) considera como riesgo muy alto: más de 120 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos catorce días. Son Aragón, Baleares, Castilla y León, Cataluña, Madrid, Navarra, País Vasco y La Rioja, que conjuntamente son el 47% de la población española. Somos, con diferencia, el país europeo con más número de casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días: tres veces más que Francia, cinco veces más que Portugal y catorce veces más que Italia. Parecía imposible, pero ha vuelto a ocurrir de nuevo: la pandemia está fuera de control. A estas alturas va a ser muy difícil evitar que acabemos agosto con entre 440.000 y 465.000 casos confirmados totales. ¡Ojalá me equivoque!
NOTA: Toda la información aquí citada proviene de los informes del Ministerio de Sanidad que no miente, pero que para consumo doméstico destaca el confuso dato de Casos diagnosticados el día previo,que nadie sabe muy bien cómo se calcula tras el proceso de validación, mientras que el dato de Casos de COVID-19 confirmados totales, que es el que se comunica a Europa, indica mediante una simple resta diaria el avance inexorable de la segunda oleada de la pandemia en España.
Gandia, 19 de agosto de 2020