El aurúspice Espurina tenía un cargo oficial cuya misión era la adivinación. Pasó a la historia por advertir a Julio César, cónsul y dictador perpetuo de Roma, de que en los idus de marzo correría un peligro inminente. La técnica adivinatoria que utilizó Espurina fue cruenta y desagradable: sacrificó un toro y observó sus vísceras. Al no encontrar el corazón del pobre animal, interpretó que existía un peligro para la vida de Cesar. Ya en una ocasión los pronósticos de Espurina habían fallado, por lo que Cesar no hizo caso y entró confiado en el Senado donde fue asesinado el 15 de marzo del año 44 a.C.
Hace tiempo que los augures oficiales dejaron de existir y las funciones adivinatorias se confiaron en España al Centro de Investigaciones Sociológicas. El CIS aplica técnicas estadísticas para pronosticar los resultados electorales. Ya no recurren a la observación del vuelo de las aves, ni a revolver las entrañas de animales sacrificados. No obstante, sus resultados suelen alejarse bastante de los resultados reales de los escrutinios electorales. Así ha ocurrido en los últimos comicios de Madrid y Castilla y León.
El pasado 13 de febrero el resultado de las urnas fue muy distinto del pronóstico del sondeo del CIS. Otorgaba al PSOE una horquilla entre 29 y 34 escaños, mientras que el resultado real fue de 28. Para el PP pronosticó entre 24 y 30 escaños, pero el resultado final fue de 31. Situaron a Vox entre 8 y 9 escaños y el resultado fue de 13. Para Ciudadanos pronosticaron entre 2 y 5 escaños y sólo obtuvieron 1, mientras que a Podemos le auguraron entre 2 y 4 escaños frente al único escaño que obtuvieron. En mayo de 2021, en las elecciones de la Comunidad de Madrid, también se observaron diferencias notables entre el sondeo del CIS y los resultados de las urnas. Curiosamente, en ambos sondeos se sobrevaloró al PSOE y a Podemos y se infravaloró al PP.
¿Por qué los sondeos del CIS se alejan de los resultados electorales y de los de las empresas demoscópicas? Hay varias respuestas posibles que no dejan de ser conjeturas. Podría ser que las desviaciones se debieran al azar o a cambios en la intención de voto en los días previos a la elección. También es posible que el CIS utilice metodologías diferentes a las de las empresas demoscópicas, que conducen a proyecciones diferentes y, finalmente, podría ser que los sondeos del CIS tuvieran una intencionalidad política, consciente o inconsciente. Sherlock Holmes, el famoso detective creado por Arthur Conan Doyle, ya advirtió de los sesgos en cualquier investigación: «Es un error capital teorizar antes de tener datos -decía el detective-. Sin darse cuenta, uno empieza a deformar los hechos para que se ajusten a las teorías, en lugar de ajustar las teorías a los hechos».
En cualquier caso, parece que la encuesta del CIS ha tenido cierta influencia sobre el resultado electoral en Castilla y León. Está generalmente admitido que todas las encuestas electorales tienen, en mayor o menor medida, influencia sobre los resultados. El efecto más significativo es el ‘efecto de arrastre’ (bandwagon effect), basado en la tendencia al comportamiento gregario: actuar y pensar de determinada forma sólo por el hecho de que una mayoría actúa y piensa así. Este efecto puede producir cambios en las preferencias electorales, para adecuarse a la opinión de la mayoría. Al mismo tiempo, un sondeo favorable a un partido, tiene también motivar a sus militantes y simpatizantes, ayudando a la movilización y evitando la abstención de los votantes propios.
El CIS desarrolla una misión importante en la sociedad, detectando la opinión de los ciudadanos sobre los problemas que les afectan y sobre las políticas públicas. Esta información es de utilidad para los gobernantes, ya que les permite adecuar sus acciones a las necesidades de las personas. El Barómetro Sanitario, por ejemplo, indica la necesidad de abordar reformas para evitar las listas de espera o la masificación de las urgencias.
Sin embargo, es muy cuestionable la utilidad pública de los sondeos electorales del CIS. Invertir dinero público para conocer con unos días de adelanto un resultado electoral, difícilmente puede tener una función de orientación de las políticas públicas. Esos sondeos sólo tienen utilidad para los partidos que puedan beneficiarse del ‘efecto de arrastre’. Por eso, inevitablemente, estos sondeos tienen cierto aroma a uso indebido de fondos públicos. El hecho de que Pablo Iglesias tuviera acceso al último sondeo del CIS antes de que se hiciera público, no hace sino añadir un nuevo recelo a las sospechas sobre la intencionalidad partidista de los sondeos electorales del CIS.
Espurina no encontró el corazón del toro, pero es indudable que el toro sí que tenía corazón. El CIS no acierta con sus sondeos, porque quizá su objetivo no sea acertar sino influir.
Gandia, 15 de febrero de 2022.
Este artículo se publicó originalmente en el diario Levante-EMV en su edición de La Safor, el 17 de febrero de 2022.