La energía eléctrica que consumimos en La Safor podría producirse íntegramente en la comarca sin emisiones de CO2 mediante una planta generadora que no ocuparía mucho más que dos campos de fútbol. No es ciencia ficción sino una posibilidad muy cercana. Ya existen plantas con cuatro pequeños reactores nucleares modulares NuScale de 308 megavatios totales de potencia, con todas las garantías de seguridad y aprobados por la Comisión Reguladora Nuclear norteamericana.
Un proyecto como este encontraría una oposición frontal en parte del espectro político, resultado de décadas de fobia nuclear y demagogia de algunas organizaciones ecologistas. Quizá enarbolarían la camisa ensangrentada de Chernóbil y Fukushima… o se rasgarían las vestiduras por los naranjos que se tendrían que arrancar…
España se queda atrás en el desarrollo de la energía nuclear. La oposición a esta energía es un dogma en nuestro país; más allá de la ciencia prevalece la declaración dogmática de que la energía nuclear es anatema… y punto pelota. En 2035 se habrán cerrado todas las centrales nucleares españolas y no se plantea alargar su vida útil. Quizá la fobia nuclear de una parte de nuestra izquierda doméstica se podría aliviar documentándose y mirando hacia otros países.
Se podría observar, aunque fuera de reojo, a la Alianza Verde de Finlandia (que gobierna con los socialdemócratas). Según Atte Harjanne, presidente del grupo parlamentario de ese partido, excluir la energía nuclear es absurdo porque tiene ventajas incuestionables: «puede producir energía las 24 horas del día; es una tecnología probada que ha proporcionado energía segura y estable con cero emisiones de carbono durante décadas en muchos países. Además, tiene una densidad energética muy alta», requiere de muy pocas materias primas y minería, y de poco espacio en relación con la energía producida». Harjanne no es negacionista ni de la derecha radical, sino que además de político, es ecologista, ingeniero e investigador. En su país ya funciona una nueva central nuclear que cubrirá cerca del 14% de la demanda de electricidad, y cuentan con el primer almacén definitivo de residuos nucleares donde la radioactividad quedará controlada durante al menos 100.000 años, rodeada de arcilla de bentonita en túneles de granito a 400 metros de profundidad.
También Japón planea construir reactores de nueva generación y alargar la vida de los existentes. Francia construirá seis reactores de nueva generación. La británica Rolls Royce desarrolla un sistema de fabricación de módulos nucleares. China está construyendo 18 nuevas centrales, y Estados Unidos y Francia invierten en tecnologías de fisión, centrales de IV generación y pequeños reactores modulares. La Unión Europea ha incluido recientemente la energía nuclear -con la oposición de España- en su taxonomía verde para la transición ecológica.
La energía nuclear tiene un papel clave en la eliminación de los combustibles fósiles y en la reducción de emisiones de CO2 y es una parte de la solución a la inestabilidad económica y energética que padecemos. No se trata de «contraponer las energías renovables sostenibles y la energía nuclear -afirma Harjane- sino en centrarse en deshacerse de los combustibles fósiles lo antes posible utilizando todos los medios posibles».
Toda actividad humana tiene un impacto y entraña riesgos, desde comerse un melocotón hasta cruzar la calle. Por eso debe evaluarse el balance entre riesgos y beneficios que, con el actual nivel tecnológico, es netamente favorable a los beneficiosde la energía nuclear. Apelar al accidente nuclear de Chernóbil de hace 36 años para condenar a la energía nuclear sería como comparar los aviones modernos con el mítico vuelo de Ícaro con sus alas de cera… que acabó muy mal. Por cierto, la probabilidad de morir en un accidente de aviación comercial es ínfima: uno entre 16 millones.
El accidente de Fukushima lo provocó hace once años un tsunami originado por uno de los mayores terremotos de la historia: 9,1 grados. Los sistemas de seguridad funcionaron razonablemente bien y el número de víctimas se redujo a un trabajador muerto, 16 con lesiones físicas por explosiones de hidrógeno y dos trabajadores hospitalizados por quemaduras por radiación.
Hace 53 años se inauguró en España la primera central nuclear. Desde entonces 7 personas han perdido la vida en centrales nucleares, pero en ningún caso fueron causadas por el reactor o por emisiones radioactivas. Sin embargo, las intensas campañas en contra de la energía nuclear han creado entre la población una percepción de riesgo totalmente desproporcionada.
Los problemas energéticos no se resuelven enfrentándose al sector eléctrico, ni aplicando nuevos impuestos, ni controlando los termostatos o recurriendo al carpetovetónico «¡Que inventen ellos!», sino propiciando un entorno de estabilidad jurídica que estimule inversiones, innovación e investigación para alcanzar la soberanía energética. Ya sería hora de abandonar los viejos anatemas y apoyarse en la ciencia y en la seguridad de la actual tecnología nuclear. La energía nuclear es una fuente de energía limpia, al mismo nivel que la eólica o la solar.
Gandia, 6 de septiembre de 2022.
Este artículo se publicó originalmente en la edición de La Safor del diario Levante-EMV el 16 de septiembre de 2022.