Fe y sentido en T.S. Eliot

Este texto se ha publicado en el nº 39 de la revista L7D de la Real e Ilustre Hermandad de Nuestra señora de los Dolores de Gandia (marzo, 2023). https://dolorosagandia.com/wp-content/uploads/2023/03/L7D-DOLOROSA-2023.pdf

Toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
Pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Los ciclos celestiales en veinte siglos
Nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo.

Estos versos dibujan el itinerario hacia la pérdida de la fe, reflejo de la sociedad de nuestro tiempo. Pertenecen a la obra La roca[i] de Thomas Stearns Eliot, un poeta de Saint Louis de Missouri que decidió afincarse en Inglaterra en 1915 y desarrolló una relevante obra literaria. En 1948 le otorgaron el Premio Nobel de Literatura por poemas como La tierra baldía o Cuatro cuartetos, que se encuentran entre lo más valioso de la poesía inglesa del siglo XX.

Eliot se convirtió al cristianismo en 1927 y fue bautizado en el seno de la Iglesia de Inglaterra. Se consideraba a sí mismo anglocatólico, formando parte de una rama de la Comunión Anglicana que, sin reconocer la primacía de Roma subraya la naturaleza católica del anglicanismo, alejada de las tendencias protestantes. En la obra de Eliot confluyen en aparente contradicción tres facetas: el sentido del humor, el vanguardismo y la religiosidad[ii]  y aunque la espiritualidad está presente en toda su obra, emerge de forma explícita en las obras teatrales de La roca y Asesinato en la catedral[iii].

Eliot escribió La roca en 1933 con el objeto de recaudar fondos para la construcción de iglesias anglicanas en los suburbios de Londres. Son una reflexión sobre la fe y sobre la Iglesia en los tiempos modernos, en una sociedad que tiene su dios en el progreso y que considera el acontecimiento de Cristo como arcaico y superado. En la primera encíclica del papa Francisco[iv] se incluyen unos versos de esta obra que describen que cuando la fe se apaga, se corre el riesgo de que los fundamentos de la vida se debiliten con ella: ¿Teneís acaso necesidad de que os diga que incluso aquellos modestos logros / que os permiten estar orgullosos de una sociedad educada / difícilmente sobrevivirán a la fe que les da sentido?[v]

Para T.S. Eliot la fe da sentido al tiempo y a la vida, ya que «sin sentido no hay tiempo», y es el ‘momento’ de la Redención el que alumbra el sentido: «Por la Pasión y el Sacrificio salvados», a pesar del ser negativo del hombre. Sin fe, la vida se pierde en vivir y la pérdida de la sabiduría hace que se pierda el sentido y el significado de la existencia. En uno de sus Cuatro Cuartetos[vi] Eliot ya había escrito que la «la única sabiduría que podemos esperar adquirir es la sabiduría de la humildad» y, glosando al poeta místico San Juan de la Cruz, concluía que «para llegar a lo que no sabes debes ir por un camino que es el camino de la ignorancia» y «lo que no sabes es lo único que sabes».

La fe es la sabiduría que en gran medida se ha perdido en la sociedad actual, extraviada en un conocimiento que no puede otorgar sentido al tiempo, a la historia y a la vida. Aunque la ciencia y el conocimiento son valiosos en sí mismos, pueden resultar estériles si se adoptan como sustitutos de la fe, con el resultado de una sociedad henchida de soberbia… «ocupada en diseñar el frigorífico perfecto»: Oh desdichada generación de hombres ilustrados, / engañados en el laberinto de vuestra inventiva, / vendidos por los beneficios de vuestros propios inventos.

El autor recurría a su peculiar sentido del humor al imaginar un posible epitafio de esa sociedad que suplanta la sabiduría por el conocimiento: Aquí hubo gente decente y sin dios: su único monumento la carretera de asfalto y mil pelotas de golf perdidas.

El valor del conocimiento no debe ignorarse, ya que el hombre tiene la capacidad de alcanzarlo mediante el don de la razón. No en vano la contribución al conocimiento de los cristianos a través de los siglos ha sido impresionante, desde Copérnico, Galileo o Mendel hasta Pasteur, Lemaitre o Ramón y Cajal. También debe recordarse que buena parte de los científicos pioneros en las teorías de la relatividad y de la mecánica cuántica: Einstein, HeisenbergSchrödingerBohr o Pauli, compartían una visión del mundo profundamente espiritual o mística[vii], porque la fe y la razón, la sabiduría y el conocimiento, nunca fueron incompatibles.

Eliot no fue ajeno al conocimiento, demostrando un interés hacia la física moderna poco común entre los literatos de su época. Los versos de La roca no pretenden desdeñar el conocimiento, sino insistir en una idea que ya expresó Max Planck –el padre de la física cuántica- cuando comentaba que la religión y la ciencia no se excluyen entre sí, sino que «se complementan mutuamente y se condicionan la una a la otra[viii]».

El último escalón que traza Eliot en el descenso desde la fe a la indiferencia es el del conocimiento perdido en información. Cuando se escribió La roca hacía poco más de una década que había comenzado a utilizarse la radio como medio de comunicación social, llegando directamente a los hogares a través de las ondas hertzianas. Cien años después la avalancha de información que llega por radio, televisión, y redes sociales es, para bien y para mal, mucho más abrumadora que en la época de Eliot, con una influencia social muy poderosa.

Del conocimiento perdido en información surge una cultura de consumo, espectáculo, banalidad y también adoctrinamiento, que no deja espacio para lo que queda más allá de unas coordenadas planas y materialistas. La ausencia de la fe -la indiferencia, el homo indifferens[ix]– forma parte de una realidad cultural que rehúye optar reflexivamente entre fe e increencia. Son muchos los que hoy se dejan llevar por esa cultura de indolencia religiosa que no se plantea la fe, presuponiendo irreflexivamente que la ciencia es autosuficiente para explicar y dotar de sentido al universo y al hombre.

Seguimos sin respuesta -más allá de la actitud personal de cada uno- a la pregunta que hizo Jesucristo: «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?»[x]. Parecería que el panorama de indiferencia e increencia debería conducir al desánimo o a la angustia de los cristianos, pero ante esas realidades Eliot opta por respuestas serenas, no exentas de humor:

Y si la sangre de los Mártires va a correr por las escaleras / Debemos primero edificar los escalones; / Y si el Templo va a ser derruido / Debemos primero edificar el Templo.

La actitud de T.S. Eliot ante la realidad de las dificultades diarias y ante el desierto espiritual de la cultura moderna, la expresó magistralmente en su poema Miércoles de Ceniza, como una original plegaria a la Virgen María, en la que nos invita a permanecer ‘entre estas rocas’ con nuestra paz en Su voluntad:

Enséñanos a preocuparnos y a no preocuparnos / Enséñanos a quedarnos sentados quietos / Incluso entre estas rocas, / Con nuestra paz entre Su voluntad, / Hermana, madre / Y espíritu del río, espíritu del mar, / No permitas que me aparte / Y llegue a Ti mi clamor.

Gandia, marzo de 2023.


[i] T.S. Eliot. Primer coro de La Roca (1938), traducción de Jorge Luis Borges.

[ii] José María Valverde (1995). Introducción a ‘Poesías Reunidas 1909-1962’, T.S. Eliot. Ed. Alianza Editorial.

[iii] T.S. Eliot. Cuatro cuartetos, La Roca y Asesinato en la Catedral. Edición y traducción de Andreu Jaume (Ed. Lumen, 2022).

[iv] Francisco (2013). Carta Encíclica Lumen Fidei, sobre la fe.

[v] Con excepción de los versos iniciales, el resto de las citas de Eliot corresponden a las traducciones de J.M. Valverde (Ed. Alianza Editorial, 1995) y de Andreu Jaume (Ed. Lumen, 2022).

[vi] T. S. Eliot (1940). East Coker (Cuatro Cuartetos).

[vii] Ken Wilber (1998). Ciencia y religión. El matrimonio entre el alma y los sentidos. Ed. Kairós.

[viii] Citado en: creyentesintelectuales.blogspot.com/2013/07/max-planck-confianza-en-dios.html.

[ix] Consejo Pontificio de la Cultura (2004). ¿Dónde está tu Dios? La fe cristiana ante la increencia religiosa.

[x] Evangelio según san Lucas 18:8.

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