Aleksandr Dugin, filósofo y político ruso con gran influencia sobre Putin, acuñó una afirmación lapidaria sobre la verdad. Según Dugin «la verdad es una cuestión de creencia […] La posmodernidad muestra que en cada supuesta verdad lo único que cuenta es lo que tú crees». En resumen, no hay que buscarle los tres pies al gato: la realidad fáctica y el valor de los hechos se pueden desterrar al cuarto trastero. Si los hechos no te gustan puedes sacar de la chistera otros hechos alternativos.
La acción política -mayormente en periodos electorales- es campo abonado para suplantar los hechos reales mediante hechos alternativos: lo verificable por la posverdad. Se distorsiona deliberadamente la realidad, manipulando creencias y emociones, para influir en la opinión pública.
Un ejemplo reciente ilustra esta práctica tan usual. Francisco Martín -delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid- afirmó hace poco que Bildu y ERC «han contribuido a salvar miles de vidas de ciudadanos apoyando el estado de alarma» y añadió que «los supuestos enemigos de España han hecho más por los españoles y por España que todos los patrioteros de pulsera».
Es sencillo analizar críticamente las afirmaciones del delegado. Es verificable que el Congreso de los Diputados aprobó mediante votación siete prórrogas a los estados de alarma. Seis prórrogas al primero y una prórroga al tercero. En estas votaciones el apoyo de Bildu y ERC, contrariamente a las afirmaciones de Martín, fue nulo o insignificante. Bildu se abstuvo en las siete votaciones y ERC sólo aprobó la prórroga del tercer estado de alarma. Sin embargo, Ciudadanos votó a favor de las siete prórrogas y el PP aprobó las tres primeras. Evidentemente el apoyo de estos partidos fue mayor que el de Bildu y ERC. Con mayor fundamento podría haber afirmado el delegado del Gobierno que Ciudadanos y el PP contribuyeron a salvar miles de vidas apoyando el estado de alarma.
Es cierto que las medidas restrictivas de la movilidad contribuyeron a salvar vidas, lo que avalaría una gestión adecuada del Gobierno. Incluso se pueden estimar en unas 53.000 las vidas salvadas, comparando el desarrollo de la pandemia con países como la República Checa, que la gestionó muy mal. Sin embargo, esto no es contradictorio con el hecho de que se produjeran no menos de 65.000 muertes debido a la gestión del Gobierno que, aunque supuestamente bienintencionada, fue deficiente o muy deficiente.
Las vidas que se pudieron haber salvado y no se salvaron, se debieron al retraso en la aplicación de las medidas de distancia social. Existe un amplio consenso científico sobre la importancia de la respuesta rápida en la aplicación de este tipo de medidas. Por ejemplo, un grupo de investigación de la Universidad de Tel-Aviv estimó que 7,5 días de retraso en la aplicación de medidas de distanciamiento social implicaba multiplicar por dos el número de muertes.
Un estudio propio publicado recientemente en la revista Technological Forecasting & Social Change (E. Orihuel, J. Sapena, R. Bertó y J. Navarro) concluye que, si se hubiera adelantado al 2 de febrero el primer estado de alarma, al 7 de julio el segundo y al 15 de diciembre de 2020 el tercero, se hubiera reducido el número de casos en aproximadamente un 83%. Los tardíos estados de alarma del Gobierno supusieron no menos de 65.000 muertes que podrían haberse evitado. Con intervenciones tempranas no hubiera sido necesario aplicar durante tanto tiempo las estrictas medidas que se implantaron. Además, no se habrían colapsado los hospitales y la economía no hubiera resultado tan dañada.
El deterioro de la economía fue muy profundo. Mientras en el conjunto de países europeos la recuperación del nivel prepandemia del PIB se alcanzó en el primer trimestre de 2022, en España se tuvo que esperar hasta el primer trimestre de 2023. Es innegable que hoy nuestro país encabeza el crecimiento económico en Europa, pero también es cierto que estamos entre los últimos países en recuperarnos del bache pandémico y que nuestro PIB per cápita se sitúa 19 puntos por debajo del de la zona euro.
Una réplica fácil a los errores del Gobierno consiste en afirmar que el PP no lo hubiera hecho mejor. Se trata de una opinión tan válida como la contraria, porque no hay datos que la avalen o la refuten. Como dijo alguien: puede que sí, puede que no, pero lo más seguro es que quién sabe.
El delegado del Gobierno deforma los hechos para que se ajusten a la posverdad oficial, al relato de un Gobierno responsable, heroico y salvador de la patria, apoyado por Bildu y ERC, que trabajan más por España que los de la pulsera (léase: todo lo que queda a la derecha del PSOE). Sólo le faltó al señor Martín entonar junto a Arnaldo Otegi y Oriol Junqueras el primer verso del himno valenciano: Per a ofrenar noves glòries a Espanya…
Gandia, 1 de julio de 2023.
Este artículo se publicó en el diario LEVANTE-EMV (Edición de La Safor) el 6 de julio de 2023.
La referencia del artículo citado es la siguiente: Enrique Orihuel, Juan Sapena, Ramón Bertó, Josep Navarro. A pandemic momentum index to manage the spread of COVID-19. Technological Forecasting and Social Change, Volume 192, July 2023, 122572. https://doi.org/10.1016/j.techfore.2023.122572