El próximo mayo se nos invitará a votar en las elecciones municipales. La creciente aversión de los ciudadanos hacia la política se ha manifestado en Gandia en un progresivo incremento de la abstención: desde el 25,8% en las municipales de 2011, hasta el 34,3% en 2019. En esas últimas elecciones 17.516 gandienses decidieron no votar, quizá como una forma de manifestar su rechazo a las fuerzas políticas -o hacia los políticos-, o como expresión de desencanto con una política que se muestra incapaz de resolver los problemas reales de las personas, familias y empresas.
La complacencia y triunfalismo del discurso oficialista intenta convencernos de que nuestra ciudad es poco menos que el mejor de los mundos posibles y que es administrada sabia y prudentemente por un gobierno municipal epítome del buen gobierno. Es notable el esfuerzo que se hace para persuadirnos de ello y también es enorme la inversión dedicada a la autoalabanza.
La visión idílica de la ciudad contrasta con la realidad cotidiana que percibimos, con problemas endémicos que ni se reconocen ni se resuelven y con síntomas claros de decadencia. No nos hemos recuperado aún de las secuelas económicas y sociales de la pandemia, y Gandía es hoy una ciudad menguante que, desde la crisis de 2009, sufre un marcado declive demográfico. La actividad económica está estancada por falta de nuevos proyectos e inversiones, ya que, por muy buenas palabras que se pronuncien desde el gobierno, Gandia no es una ciudad amigable para la inversión…
En ese contexto, la candidatura municipal del PP, encabezada por Juan Carlos Moragues, brinda una propuesta audaz para Gandia, una oportunidad para que la ciudad vuelva a tomar impulso. Moragues es una persona que reúne las condiciones óptimas para enfrentar el reto que supone dotar a la ciudad del nuevo empuje que tanto necesita y cuenta en su haber con la suficiente preparación, capacidad y experiencia de gestión para relanzar la ciudad en todos los aspectos. Los que le conocemos sabemos que es una persona cercana, dialogante, honesta y responsable, más amiga de las realidades tangibles que de los discursos insustanciales. Y a ello habría que añadir que puede ser la persona que Gandia necesita para recuperar la ilusión que se perdió por el camino.
Volver a poner en valor la capacidad de la política para alcanzar el bien común no es tarea fácil. La ilusión colectiva por la ciudad y por el bienestar de los ciudadanos es un revulsivo necesario para esa recuperación, más allá de intereses partidistas, delirios ideológicos de distinto pelaje y ambiciones personales. Estoy convencido de que Moragues es la persona indicada para pilotar una nueva etapa, transmitiendo la tan necesaria ilusión.
En definitiva, Gandia necesita cambio, regeneración e ilusión. Necesita dejar atrás un modelo que Octavio Paz -poeta y Nobel de Literatura- describió como el «ogro filantrópico»: un omnipotente y burocratizado Ayuntamiento benefactor, que finalmente desemboca en pobreza, dependencia y declive. Los problemas deben abordarse con valentía y decisión, no poniendo benéficas «tiritas de color carne» para ocultarlos a la vista y que parezca que no existen. Más que repartir cheques benéficos lo que la ciudad necesita es abrir las puertas a la iniciativa y a los proyectos de los ciudadanos, de los autónomos y de las empresas.
El próximo mayo el voto de los ciudadanos decidirá quién ocupará la alcaldía los próximos años. Moragues tiene la oportunidad de recoger el apoyo de una importante bolsa de votos que, por hastío, optaron en 2019 por la abstención; gente que dejó de votar y que ahora pueden recuperar el interés por la ciudad. Moragues es una persona moderada y dialogante, alejada de los extremismos que dividen en vez de unir y, por eso, puede también lograr el apoyo de buena parte de lo que Cesar Antonio Molina, exministro del gobierno de Zapatero, denominó como «náufragos del socialismo». Un número considerable de militantes y simpatizantes socialdemócratas que «permanecen en silencio por vergüenza» y que no pueden respaldar a un PSOE que no sólo pacta con populistas, izquierda radical e independentistas, sino que «se ha metamorfoseado con ellos». Las políticas radicales, tanto a nivel local como a nivel nacional, hacen que sean muchos los votantes socialistas que ya no reconocen su propia ideología en las siglas del PSOE.
Las críticas que recibe y recibirá Juan Carlos Moragues, forman parte de la estrategia de desprestigiar al adversario en vez de confrontar las ideas. Atacar a la persona es una antigua estratagema ya descrita por el filósofo Arthur Schopenhauer: «Cuando se advierte que el adversario es superior y se tienen las de perder, se procede ofensiva, grosera y ultrajantemente; es decir, se pasa del objeto de la discusión […] a la persona del adversario, a la que se ataca de cualquier manera». Frente a ello, lo mejor es no desviarse y proyectar en positivo el futuro.
Madrid, 18 de enero de 2023.
Este artículo fue publicado originalmente el la edición de La Safor del diario LEVANTE-EMV el 20 de enero de 2023.