Los premios Grammy Latinos reconocen la excelencia de canciones en español, portugués o lenguas y dialectos de Iberoamérica. El rap Patria y Vida recibió en 2021 dos Grammy, a la canción del año y a la mejor canción urbana y se convirtió en un himno de protesta en Cuba. Maykel Osorbo, uno de sus autores, no asistió al acto de entrega de los premios porque estaba preso en una cárcel cubana, acusado de «atentado, desórdenes públicos y evasión» por haber participado ese verano en las protestas contra el gobierno comunista de la isla.
Son muchos los países -como Cuba o Nicaragua- que pisotean los derechos humanos. El pasado 9 de febrero el obispo nicaragüense Rolando Álvarez se negó a subir al avión que le habría llevado al destierro junto con otros 222 presos políticos. Al día siguiente, en un juicio a puerta cerrada, el prelado católico fue condenado a 26 años de prisión e ingresado en una cárcel de máxima seguridad en Managua. Tanto el obispo como los presos deportados a EE.UU. fueron declarados apátridas y sus bienes fueron confiscados por el gobierno del comandante Daniel Ortega. Días después otros 94 nicaragüenses, entre ellos el escritor y exvicepresidente del país Sergio Ramírez, fueron acusados de traición a la patria y privados a perpetuidad de sus derechos ciudadanos.
Decía Hannah Arendt –a quien el nacionalsocialismo despojó de su nacionalidad alemana- que al apátrida se le niega el derecho a tener derechos: «Ser despojado de la nacionalidad es ser despojado del mundo; es como regresar a los parajes de las cavernas o de los salvajes». Ramírez, pieza clave de la revolución sandinista que derrocó al dictador Somoza, tuvo que exiliarse en España ante la deriva totalitaria del comandante Ortega. En algunos relatos ha narrado la cruel represión que ejerce su antiguo camarada y afirma que nadie puede privarle de su nacionalidad: «Te pueden hasta despellejar -declaró- pero tú país no te lo quitan ni aunque te dejen en carne viva».
El rap nació en los barrios marginales de Nueva York. En inglés to rap significa golpear y por eso las estrofas fluyen a golpes sincopados expresando protesta, ira y sufrimiento. Osorbo también nació en la marginalidad y creció sin padres en un barrio pobre de La Habana. De él cuentan que empezó a hacer rap desde joven y que eso le salvó, porque antes había estado preso «por riñas y cosas así». En la música encontró un sentido y un propósito que le llevó a darse a conocer como artista. Fue uno de los fundadores del Movimiento San Isidro, surgido en 2018 entre un grupo de artistas cubanos que reclamaban libertad de creación, expresión y difusión en el arte y la cultura.
En cierta ocasión Osorbo pronunció una frase premonitoria: «aquí lo que hay que tener es talento pa’l desastre». Y el desastre se ensañó con él. En mayo de 2022 fue condenado a nueve años de cárcel por «desacato, atentado, desórdenes públicos, difamación de las instituciones y ultraje a los símbolos de la patria». Hoy sigue encarcelado y con la salud muy deteriorada… Su hija de seis años, Jade de la Caridad, pedía ayuda en un vídeo que envió a la Cumbre de las Américas: «Quiero hablarles sobre mi papá, que está preso por solamente cantar una canción». Sigue preso y enfermo por haber cantado que «somos la dignidad de un pueblo entero pisoteada. A punta de pistola y de palabras que aún son nada».
Sin embargo, el Partido Comunista de España, al que pertenecen dos miembros del Gobierno español: Yolanda Díaz y Alberto Garzón, sigue con su murga revolucionaria. Hace sólo unos días expresaban su solidaridad con el gobierno, el pueblo y el Partido Comunista de Cuba y pedían el fin de «la criminalización al proceso revolucionario cubano». Se posicionan del lado del dictador en vez de pedir la libertad de Osorbo y de los más de mil presos políticos y de conciencia que -según la ONG Prisoners Defenders– hay en la isla caribeña, y también la libertad del obispo Álvarez y de los presos políticos de Nicaragua.
Osorbo decía en su rap que «Esta es mi forma de decírtelo. Llora mi pueblo y siento yo su voz». Aún resuenan las estrofas de Patria y Vida -medio recitadas, medio cantadas- que expresan el grito de socorro de un pueblo que sufre: «Somos humanos, aunque no pensemos iguales. No nos tratemos ni dañemos como animales». Entristece pensar que los que denunciaron con voz firme la represión y la injusticia -desde las calles, desde el púlpito o a ritmo de rap-, sigan encarcelados, exilados o desterrados.
Todos somos humanos, aunque no pensemos lo mismo. Pero aún existen déspotas, como Daniel Ortega o Miguel Díaz-Canel, que se comportan como animales furiosos y no dudan en pisotear la libertad, la dignidad y los derechos de quienes tienen el valor, la inspiración y el talento de denunciar pacíficamente sus métodos inhumanos y totalitarios.
Gandia, 13 de marzo de 2023.
Este artículo se publicó originalmente el edición de La Safor del periódico Levante-EMV el 16 de marzo de 2023. La fotografía es de Maykel Castillo ‘Osorbo’ y está tomada de ww.facebook.com/maykelosorbo349/